Quien cree estar de vuelta de todo es que nunca ha ido a ninguna parte

Carl Sagan, el maestro de millones

A lo largo de su corta vida, el Dr. Carl Sagan dio un nuevo sentido a la divulgación científica,
trabajó incansablemente por la paz entre los pueblos
y fue capaz de enseñar cosas maravillosas a millones de personas sencillas por todo el planeta.

Carl Sagan
Carl Sagan, doctor en astronomía y astrofísica, divulgador de la ciencia.

Si eres una persona de mente inquieta e interesada por la ciencia y el futuro de la humanidad, sin duda habrás oído hablar de él, habrás leído algo de él o habrás visto algo creado por él. Y si no, deberías hacerlo de inmediato. A partir de los años '60 y hasta su temprana muerte en 1996, el astrónomo y astrofísico estadounidense Carl Sagan se convirtió en la cara más popular y fascinante de una ciencia que se iba haciendo cada vez más compleja y más lejana para las gentes de a pie. Mediante sus libros, sus conferencias y sus apariciones en televisión, fue capaz de hacer llegar las maravillas del universo al que pertenecemos a millones de personas por todo el mundo, junto a una nueva conciencia planetaria vertebrada en torno al humanismo secular. Sin él, la ciencia habría seguido probablemente su camino; pero su conocimiento popular y el apoyo de sociedades enteras a sus planteamientos jamás habría sido igual. Esta es la historia del Dr. Sagan, el niño de mente inquieta, conciencia clara y frente despejada que logró convertirnos a todos en niños de mente inquieta, conciencia clara y frente despejada, que es seguramente lo mejor y más brillante que se puede ser.
El chaval que miraba más allá.
Carl Edward Sagan nació el 9 de noviembre de 1934 en una familia judía de origen ruso huida de los pogromos zaristas que se ganaba la vida en Brooklyn, en el corazón de Nueva York. Sus padres eran trabajadores: papá Sam Sagan era obrero textil y mamá Rachel Gruber, un ama de casa que se había criado en la miseria más infecta. El joven Carl se crió junto a su hermana Clara en un minúsculo apartamento muy cerca del Océano Atlántico. Cuando tenía cinco años, le llevaron a ver la Exposición Internacional de 1939, donde quedó asombrado por primera vez con las cosas que podía hacer la ciencia, la técnica y el progreso social. Y es que, desde niño, en aquel humilde hogar de judíos reformistas se respiraba un ambiente que el propio Carl describiría así años después:

"Mis padres no eran científicos. Apenas sabían nada de ciencia. Pero al introducirme simultáneamente en el escepticismo y en la capacidad de maravillarme, me enseñaron dos modos de pensamiento complejos de conciliar que son centrales al método científico."

Con cinco años salía por primera vez solo de casa –cosa corriente en aquellos tiempos, aunque ahora nos hayamos vuelto todos unos paranoicos– para ir a la biblioteca pública con una tarjeta que le consiguió su madre. Allí pidió por primera vez un libro sobre estrellas, y quedó maravillado al descubrir las abismales escalas cósmicas. A los seis o siete años fue con un amiguito al Museo Americano de Historia Natural, donde se fascinó con las exhibiciones sobre meteoritos, dinosaurios y animales modernos en sus hábitats naturales. Él, que apenas había salido de la Gran Manzana.

Carl Sagan de niño.
Carl Sagan de pequeño. Ya entonces su padre se quedaba embobado escuchándole hablar de estrellas y dinosaurios.

Ya papá Sam se quedaba bastante embobado oyendo hablar a su único hijo sobre estrellas y dinosaurios, pero lo consideró parte de sus gustos infantiles. Y aunque el chaval apuntaba maneras, pocos en aquel lugar tan humilde creían que de allí pudiera surgir un gran científico. A Sagan le gustaba recordar una conversación con su abuelo materno Leib Gruber, que por lo visto discurrió más o menos así:
–¿Y tú qué quieres ser de mayor?
–Quiero estudiar astronomía.
–Eso está muy bien, pero ¿qué piensas hacer para ganarte la vida?
Pese a la poca fe de su entorno, el muchacho Sagan siguió creciendo e interesándose cada vez más por los misterios del mundo y del universo. Durante su adolescencia, en la posguerra de la Segunda Guerra Mundial, fue al instituto público Rahway de Nueva Jersey. De ahí saltó a la Universidad de Chicago, donde se graduó en 1954 y obtuvo un master en ciencias en 1956. En 1957 se casó con la destacada bióloga evolucionista Lynn Margullis, que le daría sus dos primeros hijos: Dorion y Jeremy Sagan. Pero Carl seguía soñando con los dinosaurios y con las estrellas.
Científico de la NASA, profesor en Harvard y Cornell, divulgador y antibelicista.
Carl Sagan estuvo relacionado con el programa espacial norteamericano desde fechas muy tempranas. Mientras conseguía su doctorado en astronomía y astrofísica, trabajó en el laboratorio del genetista H. J. Muller y comenzó a relacionarse cada vez más estrechamente con la NASA, que aún trataba de hacer algo en el espacio ante la avalancha de éxitos soviéticos. Como científico visitante en el Jet Propulsion Laboratory, colaboró ya de manera relevante en las primeras misiones Mariner a Venus, que junto a las Venera soviéticas demostraron su hipótesis de que debía tratarse de un lugar muy seco y caliente.
Consiguió una beca de investigación Miller para estudiantes destacados en la Universidad de California en Berkeley entre 1960 y 1962, y entre 1962 y 1968 trabajó en el Observatorio Astrofísico del Smithsonian en Cambridge, Massachusetts. Así, estuvo entre los primeros en teorizar que Europa de Júpiter posee océanos de agua a gran profundidad, y que Titán de Saturno tiene océanos de compuestos líquidos en su superficie. Convertido ya en un especialista en atmósferas planetarias, el jovenzuelo surgido de un suburbio neoyorquino empezaba a brillar con luz propia.
Carl Sagan en 1972
Carl Sagan en las Conferencias CETI (1972)

Merced a la estrecha vinculación entre el Observatorio Astrofísico del Smithsonian y el Observatorio de la Universidad de Harvard, que posteriormente daría lugar a la fundación del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian, el entonces aún poco conocido doctor Carl Sagan comenzó a investigar y dar clases en Harvard. Allí se destacó pronto como un pedagogo excepcional, capaz de explicar la ciencia más compleja con sencillez y buen humor. A los 34 años, en 1968, saltaba a la Universidad Cornell como profesor titular. Regresaba así a su Nueva York natal y permaneció vinculado a esta institución durante el resto de sus días. Dirigió su Laboratorio de Estudios Planetarios y fue co-director del Centro de Radiofísica e Investigaciones Espaciales.
Por aquel entonces ya había empezado a publicar artículos de divulgación científica para una colección de la popular revista LIFE y un libro titulado Vida inteligente en el universo en cooperación con el astrofísico soviético Iosif Shklovski. Sagan empezaba a destacarse así no sólo como científico notable, sino también como educador de las masas y un hombre de conciencia comprometido en tender puentes entre modelos de civilización antagónicos dispuestos a aniquilarse en cualquier momento, lo que le ocasionó no pocos líos y pinchazos con la CIA, el FBI y otras agencias gubernamentales. Hablamos de los años más duros de la Guerra Fría, poco después del macarthismo, cuando el mero hecho de escribir una carta a la URSS podía incluirte en alguna lista secreta poco recomendable.
En 1968 se divorció de Lynn para casarse de nuevo con la artista y escritora Linda Salzman, con quien tendría a su tercer y último hijo Nick Sagan.  A partir de 1970 sus libros de divulgación comienzan a multiplicarse, sus colaboraciones con la NASA también y empieza a aparecer frecuentemente en la televisión norteamericana, sobre todo en el muy popular show de Johnny Carson. El estilo directo y fascinante de este científico de altos vuelos que procede del pueblo y sabe cómo hablar al pueblo comienza a llegar a millones de personas por toda la Unión, quienes descubren una oportunidad única para aprender cosas que nadie más les hace entender. Es un éxito mediático inmediato y el doctor Carl Sagan de Cornell, que habla a la gente sencilla de estrellas y dinosaurios, se convierte rápidamente en un personaje público inmensamente popular y querido. Una de sus expresiones favoritas, billions and billions (miles y miles de millones, en referencia a aquellos abismos cósmicos que tanto le impresionaron de niño), se transforma en una imagen de marca y es recogida por los principales humoristas del país. El maestro de millones ha encontrado su lugar, y esos millones dicen que les mola y quieren más.
Billions and billions.
Entre 1973 y 1979, Sagan publica la friolera de seis libros de alta divulgación: Comunicación con inteligencias extraterrestres (MIT Press, 1973); Marte y la mente humana (Harper & Row, 1973); La Conexión Cósmica (Anchor Press, 1973); Otros mundos (Bantam Books, 1975); Murmullos de la Tierra (Random House, 1978); Los dragones de Edén (Ballantine Books, 1978, que le permite ganar el Premio Pulitzer) y El cerebro de Broca (Ballantine, 1979), más otros textos de menor entidad. Todos ellos constituyen éxitos editoriales en el mundo entero, con millones de copias vendidas, y actualmente se consideran clásicos.
La placa Carl Sagan montada en la Pioneer 10.
La placa elaborada por Carl Sagan con un mensaje de la Humanidad, ya montada en la Pioneer 10 y lista para el lanzamiento (NASA).

Las apariciones televisivas se disparan: todo el mundo quiere escuchar las palabras fascinantes y comprensibles de este astrofísico del pueblo. Da conferencias, organiza cursos. Mientras tanto, encuentra el tiempo para seguir enseñando a sus alumnos de la Universidad de Cornell, investigando desde el Centro de Radiofísica e Investigaciones Espaciales que co-dirige y colaborando con la NASA. En 1972, despega hacia el espacio profundo la Pioneer 10, con la universalmente famosa placa de oro que contiene un mensaje de la Humanidad a quien quiera que haya allá. Frank Drake y Sagan la diseñaron, y fue su esposa Linda Salzman quien realizó el dibujo. En 1973, la Pioneer 11 hace lo propio. Ambas placas contienen información esencial sobre la especie humana, su aspecto, su naturaleza y su posición en el universo en el momento en que fueron lanzadas. Las dos están ya fuera del sistema solar, en dirección a Aldebarán y Al-Thalimain Prior, adonde llegarán dentro de algún que otro millón de años. En la misma línea, participa decisivamente en la elaboración y emisión del Mensaje de Arecibo, orientado hacia el Cúmulo de Hércules (M13), que alcanzará dentro de 25.000 años. Estos son, hoy por hoy, los principales intentos de la Humanidad para hacer saber su existencia a cualquier otro viviente que no haya nacido al calor de nuestro Sol.
Mientras tanto, Sagan se interesa en los peligros y problemas de nuestro propio mundo. Preocupado por el grave riesgo de guerra nuclear que se vivía en esos momentos, trata de tender lazos con otros científicos soviéticos y como experto en atmósferas planetarias comienza a realizar aportaciones en el problema del invierno nuclear y el cambio climático antropogénico. Co-fundó la Sociedad Planetaria, una de las asociaciones científicas más importantes de los Estados Unidos. Y durante el siguiente año, se va configurando su obra maestra de alta divulgación: una serie de televisión llamada Cosmos.
Cosmos.
Cosmos, un viaje personal (Cosmos, a personal voyage) fue una serie de televisión en trece episodios presentada por Carl Sagan y escrita por él mismo, la novelista Ann Druyan –que pronto se convertiría en su tercera esposa– y el astrofísico Steven Soter. La emitió por primera vez la cadena semipública norteamericana PBS en 1980. Y hoy por hoy, sigue siendo la serie de la PBS más vista del mundo, incluso por encima de Barrio Sésamo. La han visto más de quinientos millones de personas en más de sesenta países, y sigue siendo tan fascinante como el primer día.
Los trece episodios de Cosmos hacen un completo recorrido por lo que la humanidad sabía sobre si misma y sobre el universo que la rodea en el momento de su realización. Fue premiada con el Emmy y con el Peabody. Nunca nadie logró contar tantas cosas maravillosas, a tanta gente y en tantos lugares con una sola producción. Estos capítulos son los siguientes:

  1. Carl Sagan en Cosmos
    Carl Sagan en Cosmos, explicando las órbitas planetarias.

    En las orillas del océano cósmico (The shores of the Cosmic Ocean).
  2. Una voz en la fuga cósmica (One voice in the Cosmic Fugue).
  3. La armonía de los mundos (The harmony of the worlds).
  4. Cielo e infierno (Heaven and hell).
  5. Blues para un planeta rojo (Blues for a Red Planet).
  6. Historias de viajeros (Travellers' Tales).
  7. El espinazo de la noche (The backbone of night).
  8. Viajes a través del espacio y el tiempo (Journeys in space and time).
  9. Las vidas de las estrellas (The lives of the stars).
  10. El filo de la eternidad (The edge of forever).
  11. La persistencia de la memoria (The persistence of memory).
  12. Enciclopedia galáctica (Encyclopaedia Galactica).
  13. ¿Quién habla en el nombre de la Tierra? (Who speaks for Earth?).

Posteriormente se agregó un decimocuarto episodio, Ted Turner entrevista al Dr. Sagan, donde el fundador de la CNN mantiene una conversación con Carl. La banda sonora de la serie es de Vangelis (con algunas partes especialmente escritas para la ocasión), Dmitry Shostakovich, Goro Yamaguchi, Wolfgang Amadeus Mozart, Louis Armstrong, Igor Stravinsky, Johann Sebastian Bach, Antonio Vivaldi y Nikolay Rimski-Korsakov, entre otros músicos de gran calibre.

Carl Sagan en Cosmos
Carl Sagan en el capítulo final de Cosmos: ¿Quién habla en el nombre de la Tierra?

Simultáneamente, se editaba un libro con el mismo título que recogía los temas tratados en este documental. Vendió más de cinco millones de ejemplares e hizo a Sagan rico y famoso en el mundo entero. Una generación entera, entre los que se encuentra este que te escribe, aprendió su lugar en el cosmos, los fundamentos del método científico y el poder del asombro y la curiosidad a través del viaje personal de Carl Sagan: Cosmos, probablemente la mayor y mejor obra de alta divulgación de la historia contemporánea.
La ciencia como una luz en la oscuridad.
Y el astrofísico del pueblo siguió adelante, ahora ya capaz de educar al mundo entero, convertido definitivamente en maestro de millones. Consciente de su alcance y responsabilidad, va agregando rasgos cada vez más humanísticos y sociales en sus obras, que al mismo tiempo siguen siendo rigurosamente científicas. Durante los años '80, escribe con Paul Ehrlich y Donald Kennedy El frío y las tinieblas: el mundo después de la guerra nuclear, donde introduce al público el concepto de invierno nuclear (Sidgwick & Jackson, 1985); con su nueva mujer redacta también El Cometa, inmediatamente antes del último paso del Halley (Ballantine, 1985); y una novela de ficción: Contact (Simon & Schuster, 1985), de la que también se hizo una película.
Son los años de Reagan y Gorbachov, y Sagan toma partido claramente en contra del belicismo del presidente norteamericano y a favor de las propuestas de reducción de armas nucleares del nuevo Secretario General soviético. Es arrestado en dos ocasiones durante unas manifestaciones en el exterior del Campo de Pruebas de Nevada, por encaramarse a la alambrada. Habla, escribe, se moja, sigue enseñando... y se convierte también en azote de los magufos y supersticiosos, que están en periodo expansivo, con su sencillo escepticismo de a pie y un racionalismo profundamente humanista fácil de entender por todos. En este periodo, va adquiriendo también la convicción de que la magufería –con su potencial para expandir el pensamiento mágico, la ignorancia anti-intelectual y el fanatismo religioso– es otra de las amenazas a las que tendrá que enfrentarse la humanidad en el futuro próximo. En materia religiosa se declara agnóstico, pero es proponente del materialismo positivo, del humanismo secular racionalista y escribe bastantes párrafos muy críticos con las creencias de las religiones tradicionales (y muy especialmente del dios monoteísta occidental). Sin embargo, no se declara ateo porque, en sus propias palabras, un ateo tiene que saber mucho más de lo que yo sé.
A principios de los años '90, Sagan sabe ver las tendencias que está tomando el mundo tras el fin de la Guerra Fría, y no le gustan. Su obra eleva el nivel filosófico, que llega a ser tan alto como el científico. El concepto de consciencia planetaria, la ciencia y la razón como cultura, como modelo de civilización, humanidad y convivencia, alcanza su culmen en estas creaciones finales: Sombras de antepasados olvidados (Ballantine, 1993); Un punto azul pálido (Random House, 1994) y El mundo y sus demonios: la ciencia como una luz en la oscuridad (Ballantine, 1996), así como su obra póstuma Miles de millones (Billions and billions, Ballantine, 1997) inciden cada vez más en estas ideas. En El mundo y sus demonios nos encontramos con su última enseñanza a las gentes sencillas de todo el mundo, lúcida y magistral:


Carl Sagan con Ann Druyan
Carl Sagan con su última esposa, la novelista Ann Druyan, que participó en muchas de sus creaciones.

"Si no somos capaces de pensar por nosotros mismos, si somos renuentes a cuestionar la autoridad, entonces somos sólo marionetas en las manos de quienes están en el poder. Pero si los ciudadanos están educados y son capaces de formarse su propia opinión, entonces los que están en el poder trabajarán para nosotros. En todos los países, deberíamos enseñar a nuestros hijos e hijas el método científico y las razones por las que existe una Declaración de Derechos. Y con ello, una cierta dosis de honestidad, humildad y espíritu comunitario. En el mundo acosado por los demonios donde vivimos por el mero hecho de ser humanos, esto puede ser todo lo que se interponga entre nosotros y la oscuridad."

Pues, en 1994, al maestro de millones le han encontrado una rara enfermedad parecida a la leucemia, llamada síndrome mielodisplásico. Requiere tres trasplantes de médula ósea durante los siguientes dos años, lo que le deja muy débil y desprovisto de sistema inmunológico. En estas condiciones, una neumonía calla su voz para siempre el 20 de diciembre de 1996, poco después de cumplir 62 años. Ya se dice que la luz que brilla el doble dura la mitad.
Desde las lunas de Barsoom.

Estación Memorial Carl Sagan (ex-Mars Pathfinder)
La nave espacial interplanetaria Mars Pathfinder, antes de su lanzamiento. Una vez establecida en Marte, fue rebautizada como Estación Memorial Carl Sagan.

El mundo entero lamentó la pérdida del astrofísico del pueblo, que está enterrado en el cementerio de Ithaca, en su natal Nueva York. Y el mundo científico y todos los que habían trabajado con él, también. No sólo tiene dedicadas calles, estampillas de correos y museos al aire libre, sino que algunas personas insistieron en conservar su memoria mucho más allá de la muerte. Por ejemplo, los trabajadores y científicos de la NASA, que casi organizan un motín para que se cambiara el nombre a la Mars Pathfinder, una vez firmemente establecida en Marte, por el de Estación Memorial Carl Sagan (el divulgador había sido un gran proponente y teórico de las misiones marcianas). El asteroide 2709 Sagan fue bautizado en su honor.
Hay al menos tres galardones científicos en su honor: el Premio en Memoria de Carl Sagan, otorgado por la Asociación Astronáutica Americana y la Sociedad Planetaria que co-fundó; la Medalla Carl Sagan de la División de Ciencias Planetarias de la Asociación Astronómica Americana; y el Premio Carl Sagan para la comprensión pública de la Ciencia, que otorga el Consejo de Presidentes de Sociedades Científicas de los Estados Unidos.
En estos tiempos en que nos ha tocado vivir, parece como si las ideas y enseñanzas de Carl Sagan fueran más actuales e importantes que nunca. Entre fanáticos vocíngleros de todos los signos, guerras de religión del siglo XXI, sociedades en involución, ataques a los derechos humanos y el retorno de las numerosas supersticiones e ignorancias que en el mundo han sido, la pedagogía, la ética y la razón comprensible por todos del astrofísico de la gente sencilla resultan urgentes y fundamentales. Más allá de las estéticas, difícilmente ha perdido un ápice de actualidad. Sigue siendo capaz de fascinar. Sigue siendo capaz de hacernos soñar. Sigue siendo capaz de sacar lo mejor de nosotros mismos: ese niño de mente inquieta, conciencia clara y frente despejada y soñadora. Que es seguramente, como dijimos, lo mejor y más brillante que se puede ser.


La última entrevista a Carl Sagan, poco antes de su muerte (no la he encontrado con subtítulos en castellano, pero sí en portugués, que se entiende bastante bien). Parte 1, parte 2, parte 3.

Carl Sagan, doctor en astronomía y astrofísica, divulgador.

Carl Sagan (1934-1996).
Doctor en astronomía y astrofísica, especialista en Ciencias Planetarias.
Medalla de Servicios Públicos Distinguidos y Medalla de Logros Científicos Excepcionales de la NASA, Premio Hugo, Premio Humanista del Año (1981), Premio Isaac Asimov, Premio John F. Kennedy a la Astronáutica, Medalla Konstantin Tsiolkovsky de la Federación de Cosmonautas Soviéticos, Premio Masursky, Premios Emmy, Peabody y Pulitzer, Medalla al Bienestar Público de la Academia de Ciencias de los Estados Unidos.
Divulgador de la Ciencia, la Paz, el Humanismo Secular y la Razón Ilustrada, para la Humanidad.

Thank you, Carl.